28.2.09

un toque de locura, vale mas que una simple neurosis


A todos en algún momento se nos ha revelado la locura como parte de nosotros mismos, en algún momento de nuestras vidas hemos actuado de manera desequilibrada, desquiciante o simplemente fuera de si. Con un extravío de razón.[1]
En la lectura de Rotterdam de Elogio a la Locura, se desprende el planteamiento de que “no hay no loco” , esta frase me llamo mucho la atención y me hace pensar, que en realidad, no hay alguna persona en el mundo que pueda decir que es del todo cuerdo, incluso, puedo o me atrevo a decir, que quien no tiene un momento de locura, que triste es la vida para el la vida, porque el toque de locura que cada quien pueda poseer, le da un sabor ala vida, una forma de verla con disfrute.

Quisiera empezar dando un pequeño resumen, como Hipócrates ha visto la locura en épocas pasadas y como está considerada en nuestros tiempos en la sociedad. Se me hace importante remontarme en aquellas épocas a la actualidad. Darnos cuenta de cómo quizá ha cambiado su percepción, su mirada y hasta su tratamiento, enfocándome en el abordaje psicoanalítico, pues, es el primordial interés de este ensayo.

¿Qué ventajas puede traer el análisis personal para abordar a la locura? ¿de que manera podría contribuir dicho análisis personal para el entendimiento de la locura?, ¿Qué papel juega la verdad en el síntoma y que efecto-causa trae consigo esa verdad que porta el llamado loco?
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Me permitiré comenzar con el desarrollo del presente, intentando dar respuestas a las cuestiones anteriores, de manera clara, sencilla y breve…

En la antigüedad la locura se concebía como una condena del alma, una posesión diabólica, un encantamiento, un delito, una conducta antisocial, un vicio… sin embargo y sorprendentemente estos calificativos han perdurado hasta la actualidad.
A los trastornos psíquicos se les ha considerado una condena; a los enfermos, culpables; y a los encargados de su atención, inquisidores, cuya misión era liberar a la sociedad del mal. Es por eso que se les aísla.
El gran pionero griego de la fisiología Hipocrates señaló por primera vez un posible origen natural de los trastornos mentales basándose en la idea de que toda enfermedad tiene su origen en el desequilibrio entre los cuatro humores corporales: sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema. Hipócrates es, además, autor de la primera clasificación psicológica de los temperamentos (colérico, sanguíneo, melancólico o flemático) e incluso llegó a diferenciar tres categorías de trastorno mental: manía, melancolía y frenitis, ideas que perduraron casi inalteradas hasta el final de la civilización grecorromana.
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La principal aportación hipocrática al conocimiento de la locura consistió en vincular directamente el mal mental a las enfermedades del cuerpo. Sin embargo, en la Grecia clásica ya empiezan a describirse trastornos cuya dimensión es claramente psicológica. Estos problemas relacionados con el comportamiento recibían un tratamiento emocional específico que se centraba, en gran medida, en la relación entre el enfermo y la persona que lo atendía.

En la antigüedad los padecimientos mentales tenían causas naturales, se podía ubicar a la locura como enfermedad. Esta mirada de la locura sigue vigente, pues, en nuestro contexto social y cultural existe la creencia de que ésta tiene que ver con poderes sobre naturales demoniacos, acudiendo a brujos, sacerdotes (porque hasta la fecha se sigue practicando el exorcismo) para librarlos de los demonios que llevan dentro. El poder de la sugestión es enorme, el delirio cesa y se confunde con una curación, pero sin duda, no lo es, puesto que al paso del tiempo los síntomas reaparecen, ya que el poder de sugestión no da para mas, vuelve y con delirios evolucionados. Entonces se recurre al psiquiatra y éste influenciado por las compañías farmacéuticas diagnostica, medica, sin escuchar la locura, sin escuchar la razón, sin indagar el origen.

Retomo infinidad de historias que he escuchado acerca de la adquisición de la locura, que por bebidas que la causan, la perdida de la realidad por separación de la pareja, un golpe en la cabeza, en fin… hasta la fecha, la sociedad ve al loco como alguien que puede dañar, que insulta, que arremete, que se debe de huir de el, temer… basta con encontrarte alguno en alguna acera y se cruzan en la otra para no pasar cerca de el.

Hablando del abordaje analítico en la locura, es relevante manifestar que el analista no es e único que puede y debe intervenir, es necesario que se conjuguen experiencias de varios profesionales en este campo de intervención, se trata de un trabajo interdisciplinario para abordarla.

Se debe definir la forma del abordaje psicoanalítico, definir estrategia de tratamiento, sin planear una cura.
[4] El termino curar no tiene que ver con el psicoanálisis, esto seria como un beneficio secundario adyacente: “ si el analista instituye una meta curativa del análisis, arriesga a asignar limites artificiales al trabajo y confundir el sentido de la escucha,”[5] pues el abordaje analítico, el asunto esta en la escucha, en el despliegue del proceso y que la curación [6]viene por añadidura. Como poder crear condiciones para que el “loco” sea escuchado y no expulsado ni aislado. Ya que en el furor de curar, se puede olvidar el aspecto relevante que es el de escucharlo.

Por otra parte, el análisis personal, aporta beneficios al analista es sin duda una vía para ser digno lector de la locura, a través de la experiencia analítica uno puede dar cuenta de lo concernido que se encuentra por la locura, pues como mencione anteriormente, todos somos pare de ella y ella es parte de nosotros, no hay no loco. A partir del propio análisis habrá de conocer la manera de intervención de la locura, esto es cuestión de ética y profesionalismo, pues, realmente ¿cómo se puede tener pacientes sin ser paciente?
[7] Solo así se puede llegar a conocer los quehaceres del análisis por la locura, no es cuestión ni de buena voluntad ni de cuanta teoría se tenga.
La relación psicoanalítica esta basada en la verdad, la locura es una emergencia de esta, es un síntoma que lleva consigo un pedazo de verdad, pues, el síntoma es una presentación de la verdad, una verdad que escapa a la conciencia, que irrumpe y molesta, para el portador de esta verdad es difícil cargar con esto, mas aun cuando no quiere ser escuchado, cuando se evade, cuando se elimina, es por eso que al “loco” resulta insoportable, se le encierra, se le evita, se le medica, asi poder callarlo, tranquilizarlo, incluso hasta dormirlo. Para no escuchar esa verdad que no nos gusta.

La experiencia de la locura no es si no otra delas manifestaciones de dicha verdad irruptora, explosiva, horrorosa. Horrorosa para aquella humanidad que no esta dispuesta a descifrar sus rasgos, a leer la razón se su sinrazón. La locura espeta a la humanidad todas sus verdades, la locura cifra, una verdad subjetiva.
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Para Freud, para el psicoanálisis, el síntoma dice verdad, por tanto, no hay nada mas absurdo que quitar el síntoma sin indagarlo. Es escuchar al síntoma, escuchar esa verdad que tiene que salir, porque esta hecha para interrogar y la clínica psicoanalítica interroga la articulación del síntoma con la transferencia. La función del analista es causar el decir de su paciente, ser causa de deseo no ser deseo.

La experiencia analítica descifra, lee el síntoma y ello permite esclarecer una verdad emergente-oculta, “medio dicha, que se muestra ocultándose”. El análisis esta a la casa de la verdad. Pero de una verdad definida de una manera no habitual. La verdad en el análisis es entendida como descubridora, desocultante del ser.
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Este tema es de mi gusto, sobre todo en mi interés personal de conocer mas acerca de este abordaje y de la preocupación de asistir al análisis, como que, mas bien, eso de asistir a análisis, es parte de la preparación del psicólogo, de su formación, sobre todo si se va abordar con esta problemática o si en el campo de trabajo y de intervención se da este tipo de encuentro.

[1] Que es un punto completamente normal en el ser humano.
[2] Tanto en del síntoma al acto como en elogio de la locura mencionan sobre la verdad que porta el loco, esa verdad que nadie quiere escuchar.
[3] Quetel y Postel. Historia de la Psiquiatría.
[4] Macìas, Marco A. Interrogarse sobre la locura.
[5] Pasternac, Marcelo. Cura y Psicoanalisis.

[7] ¿Cómo se puede analizar sin ser analizado?
[8] Tamayo, Luis. Del síntoma al acto. La locura de Dionisio.
[9] Tamayo, Luis. Del síntoma al acto.